GÓTICO
LA CASA DE LOS EUCALIPTOS
LUCIANO LAMBERTI
(Random House - Buenos Aires)
En el cuento Vida de E., del cordobés Luciano Lamberti, un transformista repasa su obra pictórica. El protagonista rememora cómo descubrió a los 18 años que podía asumir la forma de un carancho y cómo aquella condición determinó la manera de percibir las cosas. Las pinturas de su madurez retratan paisajes en altura, “imágenes que parecen tomadas desde un avión en movimiento”. De hecho, las historias del libro La casa de los eucaliptos se enmarcan en el género gótico: demonios al acecho de un médico rural, seres detrás del espejo que le hablan a un tirador infantil, muertos vivientes que no tienen la delicadeza de esfumarse, ritos satánicos y posesiones. Los personajes viven en lo sombrío, pueblos pequeños que sufren el cierre de las fábricas y contextos rurales al borde del abandono o la desaparición.
Son, precisamente, textos que tensionan el género del terror con la realidad histórica argentina. En El espíritu eterno, un joven político llega a la presidencia a través de un juego de azares que parece comandado por una voluntad superior. Al poco tiempo, descubre en las entrañas de la Casa Rosada un dispositivo de los años 70 que mantiene consciente a Perón. El líder o, a través de su cuerpo, un espíritu eterno dirige la realidad de los argentinos, es “el secreto que saben todos los presidentes”. Esta forma desviada de contar la historia del presente construye un género intermedio: el gótico de provincias, un realismo delirado.
© LA GACETA
Salvador Marinaro